Ayer
de espaldas, desnuda...
con dedos de los pies entumecidos,
y la pregunta..
a lo que debería y no, no siento
a lo que soy y no, no reconozco
estática, sumisa
irreconocible entonces,
en una esquina de la cama,
como un mueble olvidado.
Tirones y mordiscos,
de espaldas nada ayuda,
los gemidos se pierden entre el pudor
la verguenza y el llanto.
Ansiedad, soledad...
los ojos se derriten,
la voz desaparece,
respiro inundaciones de pelo...
No eres tú, soy yo...